Los desechos de comida pueden ser convertidos en energía para hacer funcionar el automóvil, en electricidad para iluminar edificios o en gas para poder cocinar. Científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) de México desarrollan una biorrefinería, proceso que permite aprovechar la basura orgánica para obtener biocombustibles.
El proceso de biorrefinería permite transformar la basura en metano e hidrógeno, considerado por muchos expertos como el combustible del futuro debido a que su combustión no produce gases de efecto invernadero, considerados las causantes del cambio climático.
Carlos Escamilla, estudiante de doctorado del Departamento de Biotecnología del Cinvestav que encabeza la investigación, explicó que la iniciativa pretende obtener diferentes productos de una misma materia, en este caso la basura.
"Por un lado la biorrefinería permite extraer lo más que se pueda del mismo residuo orgánico y por el otro eliminarlo al máximo, ya que si al desecho lo sometes a un primer, segundo y tercer proceso, el residuo va siendo cada vez menor", precisó el científico, que desarrolla su proyecto desde hace cuatro años.
El académico está seguro de que con el gas metano obtenido de las cáscaras de fruta, los desperdicios de comida y otros residuos se puede hacer funcionar desde un microbús hasta el calentador de una casa, generando mucha menos contaminación de dióxido de carbono.
El investigador precisó que si toda la basura orgánica que a diario genera el Valle de México se transformara en energía, se podrían mover más de 151.000 automóviles compactos por 10 kilómetros o mantener encendidos 900.000 focos ahorradores de 25 vatios.
De acuerdo con los experimentos de Escamilla, es posible obtener 13 mililitros de hidrógeno y 341 mililitros de metano por cada kilogramo de basura orgánica molida y procesada en un digestor.
Un proceso parecido existe ya en varios países que producen hidrógeno y metano a partir de la basura, pero lo hacen por separado. "La novedad de la investigación mexicana radica en usar la misma materia prima y en generar en un mismo proceso hidrógeno, metano y enzimas", precisó Escamilla.
La organización estadounidense Battelle, una de las más grandes de Estados Unidos enfocadas a la investigación para solucionar problemas urgentes del mundo, otorgó el premio Student Paper al proyecto de Carlos Escamilla Alvarado que comenzó hace cuatro años como tesis de maestría.
Carlos Escamilla, estudiante de doctorado del Departamento de Biotecnología del Cinvestav que encabeza la investigación, explicó que la iniciativa pretende obtener diferentes productos de una misma materia, en este caso la basura.
"Por un lado la biorrefinería permite extraer lo más que se pueda del mismo residuo orgánico y por el otro eliminarlo al máximo, ya que si al desecho lo sometes a un primer, segundo y tercer proceso, el residuo va siendo cada vez menor", precisó el científico, que desarrolla su proyecto desde hace cuatro años.
El académico está seguro de que con el gas metano obtenido de las cáscaras de fruta, los desperdicios de comida y otros residuos se puede hacer funcionar desde un microbús hasta el calentador de una casa, generando mucha menos contaminación de dióxido de carbono.
El investigador precisó que si toda la basura orgánica que a diario genera el Valle de México se transformara en energía, se podrían mover más de 151.000 automóviles compactos por 10 kilómetros o mantener encendidos 900.000 focos ahorradores de 25 vatios.
De acuerdo con los experimentos de Escamilla, es posible obtener 13 mililitros de hidrógeno y 341 mililitros de metano por cada kilogramo de basura orgánica molida y procesada en un digestor.
Un proceso parecido existe ya en varios países que producen hidrógeno y metano a partir de la basura, pero lo hacen por separado. "La novedad de la investigación mexicana radica en usar la misma materia prima y en generar en un mismo proceso hidrógeno, metano y enzimas", precisó Escamilla.
La organización estadounidense Battelle, una de las más grandes de Estados Unidos enfocadas a la investigación para solucionar problemas urgentes del mundo, otorgó el premio Student Paper al proyecto de Carlos Escamilla Alvarado que comenzó hace cuatro años como tesis de maestría.
Fuente: RT
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