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sábado, 14 de mayo de 2011

Novedades Astronómicas

I - PRIMERA IMAGEN DEL ASTEROIDE GIGANTE VESTA
La sonda espacial Dawn ha obtenido su primera imagen del asteroide gigante Vesta. Se espera que la nave de la NASA, que fue lanzada al espacio en septiembre de 2007, llegue a la órbita de este asteroide el próximo 16 de julio.
La imagen ofrecida por la NASA fue tomada el pasado 3 de mayo, cuando la nave comenzó las maniobras de aproximación y estaba situada a 1,21 millones de kilómetros de distancia de Vesta.

El asteroide tiene un diámetro de 530 kilómetros y es el segundo objeto de mayor masa del cinturón de asteroides.

Desde hace dos siglos, los telescopios terrestres han obtenido imágenes de este objeto aunque no han podido ofrecer detalles de su superficie. Los científicos esperan que Dawn aporte imágenes que les permita producir mapas topográficos. La nave permanecerá en la órbita de Vesta durante un año aproximadamente.

Hacia el año 2015 y tras un largo viaje, se espera que Dawn llegue a su segundo destino: el asteroide Ceres. La información obtenida de estos dos objetos aportará a los científicos nuevas pistas sobre la evolución del Sistema Solar. El objetivo es poder comparar las superficies de dos asteroides, modelados a lo largo de los años por diferentes fuerzas.

Fuente: ElMundo

II - DETECTAN EL "OCÉANO DE FUEGO DE UNA LUNA DE JÚPITER
La luna Io es el mundo más volcánico del Sistema Solar y los científicos piensan que ahora tienen una mejor idea del por qué.
Las imágenes de las sondas muestran la superficie de esta luna con enormes erupciones volcánicas en el horizonte.
Cada año, la luna de Júpiter expulsa cerca de 100 veces más lava a su superficie que los volcanes de la Tierra.

Una nueva evaluación de la información proveniente de la sonda Galileo de la NASA sugiere que toda esta actividad está siendo alimentada por un gigantesco océano de magma que se encuentra debajo de la corteza de Io.

Investigadores informaron en la publicación científica Science que este reservorio extremadamente caliente tiene, probablemente, unos 50 kilómetros de espesor.

Y esa cifra es sólo un mínimo. Podría ser mucho más gruesa, indicó el autor principal del estudio, Krishan Khurana, quien está afiliado al Instituto de Geofísica y Física Planetaria de la universidad UCLA en Estados Unidos.

"Cuando los científicos comenzaron a buscar observar las imágenes de Io, desde las naves espaciales Pioneer y Voyager en los años 70, la luna parecía muy extraña", señaló a la BBC.

"De inmediato los científicos se preguntaban muchas cosas y una de las interrogantes era: '¿por qué los volcanes están presentes en toda la superficie? 'Bueno, es porque hay un acuífero gigante de magma justo debajo de la corteza. Eso es lo que nuestro estudio nos está diciendo".

VOLCANES

La actividad volcánica de Io está determinada por su planeta madre, Júpiter. La enorme masa del planeta gaseoso provoca mareas colosales en la luna que apretan y tiran de su cuerpo, causando el derretimiento de sus rocas.

Sin embargo, la distribución de los volcanes de Io es muy diferente a la de la Tierra. Están por todas partes, mientras que en la Tierra los volcanes tienden estar en los límites de las placas tectónicas, las losas enormes de roca fría que cubren la superficie de nuestro planeta.

Las lecturas del magnetómetro de la sonda Galileo de la NASA indicaron que la luna estaba dramáticamente distorsionando el campo magnético de Júpiter, pero aún no quedaba claro lo que estaba pasando en el interior de Io para producir tal efecto.

Tras varios años de trabajar en el problema e identificar la solución, los científicos concluyeron que todo se reduce a la naturaleza de la roca en la luna y cómo se comporta cuando se derrite.

"Los datos estaban disponibles desde hace unos siete u ocho años. Sin embargo, en ese momento no podíamos explicar lo que estábamos viendo", explicó Khurana.

"Experimentos posteriores en física de minerales encontraron que cuando las rocas ultramáficas -que son muy ricas en magnesio y hierro- se funden, su conductividad se dispara en orden de magnitud. Y es esa conductividad muy alta la que puede crear el tipo de 'huella' que hemos visto. Por lo tanto, necesitábamos la física de minerales para actualizar nuestros datos", agregó.

Las pruebas demostraron que las huellas detectadas por Galileo son consistentes con una roca como la lherzolita, una roca ígnea rica en silicatos de magnesio y hierro. Este tipo de roca puede ser encontrada, por ejemplo, en Escandinavia.

Io se presentó entonces como un mundo que imita un cuerpo mucho más grande en tamaño.

Su capa de océano de magma es por lo menos de 50 kilómetros de espesor, y probablemente representa al menos el 10% del manto lunar en volumen. Su temperatura probablemente supera los 1.200 Cº.

Este acuífero se encuentra debajo de la corteza, a unos 50 kilómetros de profundidad. El manto - la capa intermedia del interior de la luna- probablemente se extiende por entre 700 y 800 kilómetros.

¿Y en el centro? Las mediciones de gravedad sugieren que es de hierro y, posiblemente, líquidos - muy parecida a la Tierra.

"La luna en tamaño tiene sólo alrededor de un cuadragésimo del volumen de la Tierra, en masa tiene sólo un sexagésimo", señaló Khurana.

"Y, sin embargo debido a la enorme cantidad de calor generada por las mareas que Júpiter levanta en esta pequeña luna, su estructura interna es muy similar a la Tierra o a un planeta más grande que tiene mucho de tectónica en él", concluyó.

Fuente: BBCMundo

III - UN OCEÁNO DE LAVA EN LA LUNA ÍO DE JÚPITER
Galileo, la nave espacial de la NASA, que empezó a orbitar alrededor de Júpiter en 1995, ha descubierto un océano de lava líquida, o parcialmente líquida, debajo de la superficie de Ío, la luna volcánica de Júpiter, según publica la revista Science.
La capa de lava oceánica sería de por lo menos 50 kilómetros de espesor, más del 10% del volumen del manto de la Luna. La temperatura de la lava oceánica superaría los 1.200 grados centígrados.

La investigación fue dirigida por científicos de las Universidades UCLA, UC Santa Cruz y Michigan - Ann Arbor. Es la primera prueba que confirma la existencia de una capa de lava en Ío, la luna volcánica de Júpiter.

"La lava oceánica ardiente de Ío mueve la electricidad millones de veces mejor que las rocas terrestres", destacó Krishan Khurana, principal autor del estudio y antiguo co-investigador del equipo del magnetómetro de Galileo.

Añadió que al igual que las ondas que desprende el detector de metales del aeropuerto hacen que reboten las monedas en el bolsillo, delatando su presencia, el campo magnético de Júpiter mueve constantemente las rocas de lava que hay dentro de Ío. La señal intermitente puede ser detectada por el magnetómetro de una nave espacial cercana".

CAMPO MAGNÉTICO

"Estamos entusiasmados porque por fin entendemos de donde procede la lava de Ío y entendemos alguna de las misteriosas marcas que vimos en el campo magnético obtenidas gracias a la nave Galileo", completó Khurana.

Según el científico, Ío emitió una señal intermitente en el campo magnético giratorio del inmenso planeta. La señal coincide con los criterios calculados para las rocas de lava líquida o parcialmente líquida de debajo de la superficie.

Junto con los volcanes de la Tierra, los de Ío son los únicos volcanes de magma activos. Ío produce alrededor de 100 veces más de lava por año que todos los volcanes de la Tierra juntos.

Mientras que los volcanes terrestres se sitúan en zonas calientes concretas como el 'Anillo de Fuego', en el Océano Pacífico, los volcanes de la luna se distribuyen a lo largo de toda su superficie. La existencia del océano de lava que se sitúa entre 30 y 50 kilómetros por debajo de la corteza de Ío explica la actividad de la Luna.

"Es posible que hace billones de años, al formarse la Tierra y la Luna, ambas tuviesen océanos de lava, que, sin embargo, se enfriaron hace tiempo", sostiene Torrence Johnson, que colaboró de forma indirecta en el proyecto Galileo. El volcanismo de Ío explica el funcionamiento de los volcanes y aporta una aproximación a la actividad volcánica que pudo suceder nada más formarse la Tierra y la Luna ".

EXITOSA MISIÓN

Los volcanes de Ío fueron descubiertos en 1979 por 'Voyager 2', una nave espacial de la NASA. La energía de la actividad volcánica proviene de los movimientos de la luna, causados por la gravedad de Júpiter mientras que Ío orbita alrededor del mayor planeta del sistema solar.

El lanzamiento de Galileo tuvo lugar en 1989. Tras una exitosa misión, la nave espacial se volvió a lanzar hacia la atmósfera del planeta en 2003. Las inexplicables marcas del campo magnético aparecieron entre los años 1999 y 2000, al cierre de la última fase de la misión.

"En aquel momento, los modelos de interacción entre Ío y el inmenso campo magnético de Júpiter que baña la luna de partículas muy cargadas, no eran lo suficientemente sofisticados como para que entendiésemos lo que sucedía en el interior de Ío", declaró Xianzhe Jia, uno de los autores del estudio.

Una reciente investigación demuestra que al derretir las llamadas rocas "ultramíficas" aparece una considerable corriente eléctrica. Las rocas son de origen ígneo, es decir que se forman al enfriarse la lava. El hallazgo condujo a Khurana y su equipo a barajar la siguiente hipótesis: la extraña marca la produjo una corriente eléctrica que flotaba dentro de una capa de lava fundida.

Fuente: ElMundo

IV - EXTRAÑOS PLANETAS QUE GIRAN AL REVÉS
Astrónomos descubren la causa de que unos mundos «de locos» pongan patas arriba los conocimientos básicos sobre formación planetaria.
Más de 500 planetas extrasolares -aquellos que orbitan otras estrellas diferentes al Sol- han sido descubiertos desde 1995, y los astrónomos esperan encontrar cada vez más. Sin embargo, en los últimos años, los científicos han comenzado a darse cuenta de que algunos de estos mundos no se comportan como deberían. Resulta que la estrella gira en una dirección y el planeta, un «Júpiter caliente» -denominado así por su gran tamaño y la cercanía a su sol, le lleva la contraria y orbita en la dirección opuesta. Los detalles del estudio aparecen publicados en la revista Nature.

«Eso es realmente raro, sobre todo si se tiene en cuenta que el planeta está tan cerca de su estrella», afirma Frederic A. Rasio, un astrofísico teórico de la Universidad Northwestern en Chicago (EE.UU.). «¿Cómo puede una estar girando en una dirección y el otro hacerlo exactamente de la manera contraria? Es una locura. Obviamente, viola nuestra imagen más básica de la formación de planetas y estrellas», añade.

Averiguar cómo estos planetas enormes se sitúan tan cerca de sus estrellas llevó a Rasio y su equipo de investigación a encontrar una explicación también para su raras órbitas. Usando simulaciones por ordenador a gran escala y ecuaciones matemáticas, estos científicos han sido los primeros en modelar cómo un Júpiter caliente puede girar e ir en la dirección opuesta a la rotación de la estrella. La causa se encuentra en las perturbaciones gravitacionales originadas por un planeta mucho más lejano.

«Cuando existen varios planetas, estos se perturban entre sí gravitacionalmente», dice Rasio. «Significa que la órbita en la que se formaron no es necesariamente la órbita que se quedará para siempre. Estas perturbaciones mutuas pueden cambiar las órbitas, como vemos en estos sistemas extrasolares».

«Nosotros somos los raros»
Al explicar la peculiar configuración de un sistema extrasolar, los investigadores también han contribuido a nuestra comprensión general de la formación de los sistema planetarios y su evolución.

«Creíamos que nuestro sistema solar era típico en el universo, pero no es cierto. Desde el primer día todo se ha mostrado raro en los sistemas planetarios extrasolares», señala Rasio.

«Eso hace que nuestro mundo sea el realmente extraño. Aprender acerca de estos otros sistemas proporciona un contexto sobre lo distinto que es el nuestro. Ciertamente, parece que vivimos en un lugar especial».

Para resolver la incógnita, los físicos utilizaron especialmente mecánica orbital, el mismo tipo de física que utiliza la NASA para enviar satélites por el Sistema Solar. Sin embargo, «hacer los cálculos no fue tan fácil», advierte Rasio, ya que «algunas de las aproximaciones utilizadas por otros en el pasado no estaban muy bien hechas. Hicimos lo correcto por primera vez en 50 años».

EFECTOS ACUMULADOS

En su modelo, los investigadores asumen la existencia de una estrella similar al Sol, que forma una sistema con dos planetas. El planeta interior es un gigante gaseoso similar a Júpiter, y en un principio está lejos de su estrella, donde este tipo de planetas se cree que se forman.

El planeta exterior es también bastante grande y está más lejos de la estrella que su compañero. Pero llega un momento que interactúa con el planeta interior, perturbándolo y sacudiendo el sistema.

Los efectos sobre el planeta interior son al principio débiles, pero se acumulan en un período muy largo de tiempo, dando lugar a dos cambios significativos en el sistema: el gigante gaseoso interno pasa a orbitar muy cerca de la estrella y su órbita se encuentra en la dirección opuesta a la de la estrella central.

Fuente: ABC.es

V - UN PLANETA CON PIEL DE CRISTAL Y CORAZÓN DE ROCA
Astrónomos confirman que el diminuto Haumea, que brilla en la oscuridad del espacio como si fuera una canica, está cubierto de agua congelada.
Un equipo internacional de científicos, entre ellos algunos españoles, ha descubierto que el quinto planeta enano del Sistema solar, Haumea, y al menos uno de sus dos satélites, están cubiertos de una capa de agua helada cristalina.

La clave para llegar a esta conclusión es que el pequeño mundo, situado más allá de la órbita de Neptuno y con una extraña forma de balón de rugby aplanado, brilla como si fuera una canica, un brillo que destaca en la oscuridad del espacio y puede verse con claridad en las imágenes captadas por el telescopio VLT del Observatorio Europeo Austral en Chile.

Los investigadores creen que esa piel cristalina se mantiene gracias a las fuerzas de marea entre Haumea y sus satélites -las atracciones que tienen entre sí, como la Tierra y la Luna-, y al calor de elementos radiactivos.

Haumea tiene unos 2.000 km de largo y realiza un giro completo en menos de cuatro horas, con una de las velocidades de rotación más rápidas del Sistema solar.

Tiene dos satélites: Hi’iaka y Namaka. Ahora, los investigadores han confirmado que el 75% de Haumea y el 100% de Hi’iaka (de unos 400 km de diámetro) están cubiertos de agua congelada cristalina con una estructura ordenada, y no, como cabría esperar, por hielo amorfo desorganizado por la radiación solar.

El estudio plantea que el planeta está formado por la capa exterior helada y una fracción interna de entre un 88% y 97% de roca.

«Como la radiación solar destruye constantemente la estructura cristalina del hielo en la superficie, se requieren fuentes de energía que lo mantengan organizado; y las dos que consideramos son la que puedan generar elementos radiactivos (potasio-40, torio-232 y uranio-238) desde el interior, y los efectos de marea entre Haumea y sus satélites (como ocurre entre la Tierra y la Luna)», explica a la plataforma de noticias científicas SINC Benoit Carry, coautor del trabajo e investigador del centro ESAC de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Madrid.
PRODUCTO DE UN CHOQUE

El investigador también destaca otras particularidades de Haumea: «Su plano orbital está inclinado 28º respecto al habitual de los planetas del sistema solar, las órbitas de sus satélites tampoco están en el mismo plano –lo que es muy poco frecuente–, y todo el sistema pertenece a una familia única dentro de los objetos helados del Cinturón de Kuiper (a una distancia de entre 4,5 y más de 15 mil millones de kilómetros del Sol)».

Según los científicos, el impacto de otro objeto sobre Haumea pudo originar los dos satélites y activar la rápida rotación del planeta enano (3,9 horas), además de moldearle con la forma de balón de rugby. Algunos modelos numéricos demuestran que un choque bastante tangencial puede producir esta configuración.

El estudio se publica en la revista Astronomy & Astrophysics.

LOS TRES MISTERIOS DE HAUMEA

1- Todavía no se conocen con exactitud las órbitas y tamaños del planeta enano (se manejan unas dimensiones aproximadas de unos 2.000 x 1.500 x 1.000 km) ni de sus satélites. En realidad se trata de puntos brillantes muy alejados, cuyos datos se obtienen de forma indirecta.

2- La presencia de una mancha oscura y rojiza, que contrasta con su color blanquecino del planeta. “Mi interpretación de la fotometría de infrarrojos es que esa zona podría ser más rica en agua helada cristalina que el resto de la superficie”, comenta a SINC Pedro Lacerda, codescubridor de la mancha y astrónomo en la Universidad de Queen en Belfast (Reino Unido). El investigador tampoco descarta que algún tipo de mineral o materia orgánica irradiada pueda generar esta coloración.

3- Haumea es el quinto planeta enano del sistema solar, junto a Plutón, Ceres, Eris y Makemake. Su existencia se comunicó en 2005. Dos equipos de astrónomos se disputaron el descubrimiento. Por una parte, el grupo del investigador español José Luis Ortiz Moreno del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC), y por otra, el del astrofísico Michael E. Brown, del Instituto Tecnológico de California (Caltech, EE UU).

Al final, la Unión Astronómica Internacional optó por aceptar el descubrimiento del equipo español, pero bautizar al extraño planeta enano y sus satélites con los nombres que propuso el grupo estadounidense. En la mitología hawaiana Haumea es la diosa de la fertilidad y los partos, e Hi’iaka y Namaka dos de sus hijas.

Fuente: ABC.es

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