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jueves, 8 de julio de 2010

Estamos empezando a entender el poder del amor

Gracias a la labor de investigadores como Brian Weiss, en las últimas décadas se ha producido un extraordinario interés en la reencarnación y en la terapia regresiva.

En su primer libro Muchas vidas, muchos maestros (1988), este psiquiatra americano abrió una puerta inesperada al sorprendente reino de la regresión a vidas pasadas, mientras que en A través del tiempo (1992) mostraba cómo emplear técnicas rápidas y seguras para sanar todo tipo de síntomas clínicos.

Más recientemente, extrayendo sabiduría de los Maestros, guías espirituales que modelan nuestros destinos, este autor best-seller nos ha ofrecido una valiosa obra -Sólo el amor es real- donde revela que la fuerza esencial de la vida en el universo y la energía sanadora suprema es el AMOR.

Al parecer su vida profesional adoptó un nuevo giro a raíz de trabajar con una paciente que bajo hipnosis revivió supuestas vidas pasadas. ¿Podría contarnos algo en relación con ese periodo entre “la antigua forma de ver el mundo” y la “nueva”? ¿En qué medida afectó su vida?
Sí, esta paciente tuvo un efecto muy profundo en mi vida porque yo era un científico, había escrito bastantes libros y ensayos y mi reputación académica era notoria, estaba alcanzando incluso renombre internacional en psico-farmacología.

Pero cuando comencé a trabajar con Catherine la visión que tenía de la vida y la muerte cambiaron por completo. Entonces se me habría podido definir como un agnóstico. Creía en la ciencia, en la lógica, en los valores del hemisferio cerebral derecho.

Esto aconteció hace 23 años y desde entonces he tratado a 3.500 pacientes más. Empecé a investigar en áreas como la reencarnación y la conciencia humana sobre las que nunca se me ocurrió que podría llegar a investigar. En fin, cambió mi sistema de valores, me di cuenta de lo que era importante y lo que no.

¿Y ahora qué es lo más importante para usted?
La forma en que me relaciono con los demás, los sentimientos sobre mí mismo, la paz interior que experimento cuando medito, la comprensión de un todo mayor. Ahora son menos importantes para mí las cosas materiales que poseo o lo que puedan pensar los demás.

Ser una persona espiritual, compasiva y amorosa con los demás y con uno mismo… eso sí que importa. Es lo que nos llevamos cuando pasamos al otro lado.

Creo que hay un propósito tras la creación y que no existimos como resultado de una colisión caótica de moléculas. Tampoco creo que el tiempo exista. Si todo es energía, en términos de reencarnación no importa cuántas vidas tenemos. Creo que estas vidas ocurren en realidad de forma simultánea y que seguimos viviendo cuando nuestro cuerpo muere, somos inmortales.

¿Se ha sometido personalmente al proceso de regresión? ¿Cómo ha sido su experiencia? ¿Cuántas veces la ha tenido?
Unas ocho o nueve con diferentes colegas y mi esposa y sé que puede ser algo muy emotivo y vívido. Alguna vez me ha ocurrido en sueños. Recuerdo una experiencia especialmente interesante durante una sesión de shiatsu. Recordé haber sido una especie de sacerdote en tiempos babilónicos, pero no tengo forma de comprobarlo.

Ni siquiera regresé con un nombre, pero estaba en un zigurat y era una persona que no ayudaba a los demás, sino que se aprovechaba de ellos para su ganancia personal. En otra vida me vi como un sacerdote católico y sufrí tortura y muerte durante la inquisición en Dublín. Mi actitud era muy distinta a la anterior.

Quizá fue mi mente la que creó todo el escenario, pero mirando a mi mente de forma objetiva fue algo muy diferente a como suelo soñar despierto, por ejemplo. Eran recuerdos cargados con mucha emoción, tenían una cualidad diferente.

¿Cómo voy a probar algo así en laboratorio? Hay zonas del cerebro que se activan durante estas experiencias según comprobó el neurólogo Penfield, pero creo que hace falta investigar mucho más todavía.

En Occidente todo queremos explicarlo científicamente pero también debemos ser pragmáticos y filósofos. La esencia de la ciencia es mantener una visión abierta y encuentro que la mayoría de los científicos no la tienen.

Además de estas experiencias de regresión, ¿ha probado algunas drogas enteógenas con ánimo de explorar la conciencia?
Buena pregunta… La verdad es que nunca me atreví a pesar de haber estado investigando con ácido lisérgico mucho antes de trabajar con técnicas de regresión. Trabajaba con ratas para observar qué efectos producía en sus cerebros.

Su posible influencia en la genética me disuadió. No sé si me he perdido algo, pero nunca he probado drogas alucinógenas, ni siquiera cuando estuve en Brasil. En cambio, sí he probado técnicas muy efectivas como el Hemi-Sync. De todas formas para vaciar la mente practico diariamente un sistema de meditación elaborado por mí con diferentes técnicas.

Me funciona mejor por la mañana, antes de comenzar la jornada, y suelo alcanzar niveles muy profundos de relajación.

¿Podría resumir los mensajes más importantes que ha recibido de los Maestros? ¿Cómo los obtuvo? ¿Mediante canalización tal vez?
Creo que todos tenemos contacto con la conciencia o el yo superior, da igual el nombre que utilicemos para definirlo.

Pero cuando escuchamos los mensajes se observa que todos giran en torno al amor, la compasión, la ayuda a los demás, etcétera. Eso es precisamente lo que están descubriendo los científicos.

A veces cuando leo a Albert Einstein o a otros científicos cuánticos me doy cuenta de que su trabajo es profundamente místico. Es siempre el mismo mensaje: hay mucho más en la vida que no vemos.

Somos energía, compasión, amor y tenemos que actuar en consecuencia. Ese es el mensaje. Creo que podemos debatir cuanto haga falta sobre si la reencarnación es real o no, pero en última instancia lo que cuenta es comprender que nuestra verdadera naturaleza es espiritual. Tenemos que sanarnos individualmente y en grupos.

En su libro Lazos de amor muestra que cada uno de nosotros tiene un alma gemela a la que ha amado en reencarnaciones pasadas y con la que espera reunirse en esta vida.

¿Es esto aplicable a todo el mundo? ¿Es posible encontrarnos con nuestras almas gemelas sin pasar por el proceso de la regresión?
Todos tenemos más de un alma gemela. Puede ser un amigo, un padre, un amigo íntimo… Se trata de personas con las que hemos compartido una o más vidas pasadas y las reconocemos inmediatamente por su mirada, el toque de sus manos, la sensación de familiaridad.

Están muy próximos a nosotros, nos ayudamos mutuamente y aprendemos juntos las lecciones de la vida. No hace falta una regresión para encontrarlas. Muchísimas personas que han leído mi libro me escriben contándome cómo conocieron a sus almas gemelas.

A veces tienen sueños antes de encontrarlas. No hace falta hacer ningún esfuerzo, nos las trae la vida.

LOS MAYAS NO CITAN EL FIN DEL MUNDO

El epigrafista del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia - México), Carlos Pallán, expresó que de los 15 mil textos glíficos mayas registrados, sólo en dos se alude a la fecha de 2012 pero como un final de periodo.

Los antiguos mayas en ningún texto dejaron escrito que en 2012 sería el fin del mundo o una fecha catastrófica, porque incluso se hace mención a periodos posteriores a ese año.


Ante la proximidad del año 2012, fecha alrededor de la cual diversos sectores de la población mundial especulan acerca de una “transformación profunda” de la humanidad, e inclusive sobre su fin, el epigrafista Carlos Pallán Gayol, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), expresó categórico que en lo que respecta a los antiguos mayas “en ningún texto dejaron escrito que en 2012 sería el fin del mundo, porque incluso manejaron fechas posteriores a ese año”.

De acuerdo con el director del Acervo Jeroglífico e Iconográfico Maya (Ajimaya) del INAH, tal creencia es moderna y su origen puede rastrearse a la década de los 70 del siglo XX, con las primeras publicaciones de carácter esotérico en las que se “pronostica” el término de la civilización humana, coincidiendo con el décimo tercer ciclo B’ak’tun en la cuenta larga del calendario maya, que correspondería al 21 de diciembre de 2012.

De los aproximadamente 15 mil textos glíficos registrados hasta ahora y que han sido localizados a lo largo del tiempo en distintos sitios del área maya, únicamente en dos inscripciones existe la mención del año 2012, puntualizó el también arqueólogo, quien imparte el curso sobre Mitología y Religión Maya del Periodo Clásico, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

“Conforme la correlación GMT + 2 (Goodman-Martínez-Thompson, más dos días) que utilizan los epigrafistas para convertir las fechas mayas al calendario gregoriano, la fecha exacta sería el 23 de diciembre de 2012 y no el día 21. Ésta se halla registrada en el Monumento 6 de Tortuguero y en un fragmento encontrado en Comalcalco, ambas zonas arqueológicas de Tabasco y relativamente cercanas entre sí”.

Para el epigrafista Carlos Pallán es importante contextualizar estos testimonios arqueológicos. De esa manera, “en la inscripción de Tortuguero se alude a una fecha contemporánea a quienes hicieron el monumento en el siglo VII d.C., y de repente, en el texto jeroglífico, se emplea lo que se llama un número de distancia que nos lleva trece siglos adelante, al 21 de diciembre de 2012.

“Ahora, ¿qué nos dice el Monumento 6 que va a ocurrir en esa fecha?, lo que nos dicen explícitamente es que va a concluir un periodo. Los mayas siempre celebraban los finales de periodo como hoy en día festejamos los aniversarios: los lustros, las décadas, el centenario o el bicentenario de un hecho histórico, pero eso no quiere decir que se vaya a acabar el mundo”.

A diferencia de las sociedades modernas —dijo Pallán Gayol, investigador de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH—, para los antiguos mayas el tiempo no era algo abstracto, estaba conformado de ciclos y éstos a veces eran tan concretos que tenían nombre y se podían personificar mediante retratos de seres animados, por ejemplo, el ciclo de 400 años estaba representado como un ave mitológica.

Más que una obsesión por el tiempo, los mayas se preocupaban por efectuar rituales que de algún modo garantizaran que el ciclo por venir sería propicio. “Para el caso particular de la mención de 2012, sí se nota cierta insistencia en que aun en fecha tan distante se va a conmemorar un determinado ciclo calendárico. Éste ha sido el meollo de la confusión.

“Algunas veces se han dicho cosas tan absurdas como que los antiguos mayas no conocían más allá de este ciclo o que una vez llegado este periodo el tiempo se acabaría. Ellos (los mayas) usaban ciclos gigantescos, inclusive de miles de millones de años por medio del sistema de la cuenta larga y que también era común para otras culturas de Mesoamérica como la istmeña o mixe-zoque.

“Lo esencial es que los mayas jamás mencionan que se vaya a acabar el mundo ni el tiempo”, subrayó el epigrafista del INAH.

Carlos Pallán abundó que en este mismo sentido, el pasaje concreto del Monumento 6 de Tortuguero es muy breve y simplemente dice que una vez que se cumpla el décimo tercer B’ak’tun, el 23 de diciembre de 2012, descenderá del cielo Bolon Yokte’ K’u, es decir, el dios — o dioses— de los Nueve Pilares”.

Lo anterior, señaló, “no debe interpretarse como un evento catastrófico, pues los mayas manejaron fechas posteriores a 2012. Incluso en el Templo de las Inscripciones de Palenque se mencionan fechas que ocurren más de dos mil años después, es decir, en 4772. Ellos (los mayas) jamás pensaron que el tiempo terminaría en nuestra época, lo que nos refleja la conciencia que alcanzaron sobre el tiempo, a partir del desarrollo matemático y de la escritura.

“Al saber esto algunas personas se decepcionan porque suponían que los antiguos mayas nos habrían dejado mayores datos para interpretar nuestra actualidad, pero en general eran muy concisos, incluso para referirse a eventos de su tiempo”.

Uno de los intereses de los mayas era legitimar su poder mediante calendarios, y vinculaban a quienes gobernaban con algo más grande, ya fuera con dioses que habían nacido años atrás o bien con complejas narrativas míticas.

A través de un método integral, que abarca la epigrafía, la arqueología, la etnohistoria, la etnografía, e inclusive la lingüística para aclarar el significado de nombres de deidades, lugares míticos, etcétera, el curso sobre Mitología y Religión Maya del Periodo Clásico que imparte el maestro Carlos Pallán, tiene como objetivo realizar interpretaciones sustentadas en torno a estos aspectos.

“Lo que se persigue con el curso —concluyó— es que el alumno forme una conciencia más crítica sobre el tema dejando de lado exageraciones o especulaciones. Y para lograrlo el método es sencillo, se trata recurrir a las fuentes de primera mano como textos jeroglíficos y la literatura colonial, además de hacer una relación con el pensamiento mesoamericano en general”.

Fuente: INAH