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martes, 6 de julio de 2010

UN SATÉLITE VIGILARA LA BASURA ESPACIAL

EE.UU. lanzará este jueves la primera sonda para evitar que las naves choquen contra los miles de fragmentos de chatarra que surcan el espacio.



El próximo jueves, las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos lanzarán el primer satélite íntegramente dedicado a monitorizar los miles de fragmentos de basura espacial que el hombre ha ido diseminando alrededor de la Tierra.

El ingenio tendrá la única misión de seguir en tiempo real las posiciones de otros satélites y las de los miles de fragmentos de todos los tamaños que flotan libremente en la órbita de nuestro planeta.

Se trata del Space Based Space Survelliance (SBSS) un ingenio que ha costado 500 millones de dólares y que a partir del jueves, 8 de julio, cuando sea lanzado desde la base de las Fuerzas Aéreas de Vanderberg, en California, monitorizará contínuamente el "tráfico" alrededor de nuestro mundo, tanto en sus zonas diurnas como en las nocturnas.

En la actualidad, los radares terrestres y los telescopios ópticos que se utilizan para seguir los fragmentos de basura espacial sólo son efectivos durante las noches claras (las menos frecuentes del año), y además muchos de estos instrumentos no son lo suficientemente potentes como para detectar pequeños objetos en órbitas geosincrónicas.

Según la empresa Boeing, el mayor contratista del proyecto, el SBSS es el primero de su género y eventualmente el ingenio que inaugurará toda una constelación de nuevos satélites destinados a localizar y seguir objetos potencialmente peligrosos en el espacio.

20.000 piezas de basura

Las Fuerzas Aéreas, sobre las que recae la mayor parte de la responsabilidad de vigilar la basura esacial, serán el principal usuario del nuevo ingenio, aunque sus datos también serán ampliamente utilizados por el Departamento de Defensa y la Nasa, que gracias a ellos podrá calcular con mayor precisión los riesgos de colisión de fragmentos metálicos con las misiones espaciales y la Estación Espacial Internacional.

Las Fuerzas Aéreas estiman que actualmente existen en la órbita terrestre cerca de mil satélites funcionales y más de 20.000 piezas de basura espacial de todos los tamaños, aunque otras fuentes, como The Secure World Foundation, estiman que esa cifra puede crecer hasta los millones de fragmentos si se tienen en cuenta también las piezas más pequeñas.

El SBSS orbitará a una altura de 627 km de la Tierra y está equipado con una potente cámara montada sobre un eje móvil, de forma que puede orientarse en cualquier dirección sin necesidad de gastar combustible en cambiar la orientación del satélite.

Todos los datos e imágenes serán enviados a la base de Schriever, en Colorado.
Con los medios actuales, las Fuerzas Aéreas están en condiciones de detectar objetos de hasta diez centímetros.

El uso del nuevo satélite incrementará la precisión y permitirá ver objetos aún menores, aunque no se ha facilitado aún información concreta sobre sus capacidades técnicas.

En todo caso, servirá para aumentar la seguridad de las futuras misiones espaciales y reducir el número actual de colisiones.

Fuente: ABC.es

LA LUNA SE ALEJA

Debido a la mecánica celeste, a los océanos y a los resultados de la gravedad, La Luna se desplaza cada vez más lejos de la Tierra y en unos años no podremos disfrutar de esos eventos tan magníficos. Aunque para cuando esto se produzca, dudamos mucho que quede alguien en la Tierra para echarlo de menos.

Los océanos tienen la culpa del alejamiento.

Los astrónomos han demostrado, mediante láseres reflejados en unos espejos que plantaron en la Luna los tripulantes de la nave Apolo, que nuestro satélite se aleja de la Tierra a razón de unos 4 centímetros por año.

Este desplazamiento se debe a la fricción de las mareas que ejerce la Luna sobre la Tierra, que ralentiza la rotación de nuestro planeta y empuja al satélite lejos de nosotros para compensar la pérdida de momento angular.

Como la Luna es más pequeña y menos masiva que la Tierra, la atracción Lunar no es muy fuerte, pero lo suficiente como para atraer la parte líquida de la superficie de la Tierra: los océanos.

Cada vez que la Luna pasa encima de un océano la marea sube un poco y esto, aunque no es mucho, es suficiente para cambiar ligeramente la posición absoluta del centro de masa de la Tierra respecto al de la Luna.

Como consecuencia, la Luna se aleja un poco (mucho menos de un milímetro) en cada ocasión que esto sucede. Luego la Tierra gira otro poco y la Luna queda encima de un continente.

La marea baja y el centro de masa de la Tierra recupera su posición inicial. Pero como la gravedad de la Luna no es tan fuerte como para atraer los continentes (sólo los océanos), ya no puede regresar a su posición original y se queda en esa nueva órbita, ligeramente más lejos que en la vuelta anterior.

El acúmulo de esos tiempos es lo que arroja la cifra de unos 4 centímetros de alejamiento al año.

El Sol puede que actúe antes y nos evite el mal trago de no poder ver eclipses.

Llegará incluso el día en que se encuentre tan lejano que su disco no pueda tapar el círculo solar como hasta ahora, convirtiendo los días en noches extrañas y permitiéndonos disfrutar de un evento astronómico tan peculiar como atractivo. La buena noticia es que nosotros no lo veremos.

Según los cálculos, y presuponiendo que las actuales magnitudes del Sol, la Luna y nuestra órbita se mantengan, a la velocidad de alejamiento actual, dejaremos de ver la Luna tapando totalmente al astro rey en unos 420 millones de años.

En los 40 años que llevan los científicos midiendo el desplazamiento, la luna se ha alejado ya más de un metro de nosotros.

De todos modos, el astrónomo Duncan Steel afirma que esta estimación es muy variable, tanto que es posible que algunos presupuestos sean erróneos.

Por ejemplo, el diámetro del Sol bien podría modificarse de manera importante en 400 millones de años como resultado de haber consumido una proporción importante de combustible del núcleo.

Y si eso sucede, mucho nos tenemos que a nuestras futuras generaciones no les importará un pimiento ver los eclipses de Sol.

Muchos años antes, andarán ocupados en organizar un escape a las estrellas para evitar acabar carbonizados.

Fuente: NeoTeo