José Argüelles, fallecido el 23 de Marzo de este año, historiador, docente universitario y autor de varios libros, ha abierto un camino de investigación muy interesante en el campo de la Noosfera.
Autoproclamado profeta y reencarnación de Pacal Votán (antiguo gobernante del estado maya de B’aakal, cuya ciudad real estaba en Palenque), la comunidad científica ha atribuido sus investigaciones al plano pseudocientífico y a la tendencia “New Age” donde Argüelles encuentra al mayor número de seguidores.
En 1989, Argüelles desarrolla “La Ley del Tiempo” que es una herramienta de sincronización con los procesos naturales cósmicos.
Argüelles critica duramente la utilización del calendario gregoriano y propone uno nuevo, basado en la frecuencia 13:20, un calendario de 13 lunas de 28 días, más coherente con los ciclos naturales que el calendario que utilizamos los humanos, que está realmente fuera de sincronía con los ciclos de los astros y su influencia en nuestro planeta.
Los mayas actuales, y en especial el líder de Los Abuelos y las Abuelas Sabias del Planeta, están ofendidos por la interpretación que Argüelles ha hecho de los calendarios maya, solicitando permiso a la ONU y no a los mismos aborígenes.
Sin embargo en la obra de Argüelles, encuentro algunos conceptos significativos y personalmente creo que su legado es totalmente inspirador y abre nuevas perspectivas y líneas de investigación que antes no habían sido exploradas.
Es cierto que la mayoría de los países han aceptado vivir bajo la ley del tiempo que arbitrariamente nos ha impuesto la iglesia católica, que desde 1582 nos sostiene en un estado totalmente desincronizado de la realidad cósmica.
El hecho de proponer un nuevo calendario, más sincrónico me parece una de las mejores ideas de Argüelles, porque ya era hora de desprendernos de este desfasaje ridículo que además ya no coincide en nada con los ritmos planetarios.
El calendario de las 13 Lunas concide perfectamente con los ciclos menstruales femeninos, es coherente con los ciclos reproductivos de los vegetales, etc.
Los mayas utilizaban distintos calendarios y no sólo uno. Su base numérica era vigesimal, a diferencia de las culturas euroasiáticas que tenían un sistema de numeración decimal.
Pero Argüelles nos advierte que la cultura maya tenía en cuenta un universo cuatridimensional y holográfico, y que el calendario gregoriano nos aplasta en el mundo material y limitado a tres dimensiones.
Argüelles rescata las investigaciones del cosmólogo ruso Vladimir Verdnadsky, que describió a la biosfera (todo lo vivo en el planeta Tierra) como a la capa de la Tierra en la que se produce la transfomación de la energía proveniente del cosmos, en productos químicos. Siendo la biomasa una gran industria de transmutación para el planeta.
Argüelles también nos introduce al concepto de “cronosfera”, como el campo cuatri-dimensional creado por el holón planetario en resonancia con la rotación del cuerpo planetario tridimensional.
Así para Argüelles, la unidad del holón planetario es el KIN cuya duración corresponde a una rotación entera de la Tierra en su eje (un día de 24 horas para el calendario gregoriano).
Para él, un KIN es una pulsación biosférica, y por lo tanto la cronosfera sería una capa terrestre que se extendería desde el núcleo hasta unos 64.300 kilómetros hacia el espacio, incluyendo a la magnetosfera.
La energía libre acumulada por la cronosfera, sería denominada “fuerza g” o la “quinta fuerza”, cuya potencia aumenta con los fenómenos sincrónicos.
Aquí es donde me interesa la obra de Argüelles, pues los músicos sabemos muy bien que cuando dos elementos se sincronizan, se produce una fuerza extra que se expande en el espacio.
La sincronización es una característica de los seres vivos. La vemos todo el tiempo en el nado de las sardinas, en el canto de los grillos, en la reproducción bacteriana. Esa masa crítica que se produce cuando los seres vivos se ajustan en el tiempo, genera una potencia totalmente transformadora, una energía que podría ser la “fuerza g” que describe Argüelles.
En un fenómeno sincrónico también se produce una transmisión de información que llega a todos los seres al mismo tiempo y éstos reaccionan a ella.
Entre el cosmos y los seres vivos, este fenómeno de sincronización se está produciendo casi todo el tiempo. En los humanos, los procesos de sincronización llegan a los niveles más sutiles. Por ejemplo, áreas del cerebro que están separadas y no conectadas, se activan exactamente al mismo tiempo frente a distintos estímulos.
La naturaleza de lo vivo tiene la tendencia a la sincronización, porque es uno de los fenómenos que produce la auto-regulación u homeóstasis, que nos permite adaptarnos al medioambiente y al devenir de la vida.
Este concepto se estudia a través de la ciencia llamada cronobiología.
Me gusta la descripción de Argüelles en cuanto a las unidades fractales de tiempo, que describe como “ondas encantadas”, cuya virtud de “encantamiento” es el nivel de sincronicidad que pueda conseguir esa onda con lo vivo.
Y me gusta porque muchas veces experimentamos el poder de las ondas de tiempo, cuando sentimos que “se nos presentan casualidades”, o sentimos que vamos fluyendo en nuestro día sin obstáculos y en total tranquilidad.
Cuando estamos sanos y centrados, la sincronicidad se hace mayor y experimentamos el tiempo de otra manera, además de montarnos en la onda encantada y sincrónica, lo que nos produce un estado alterado de conciencia que nos permite ver nuevas interconexiones en lo que nos rodea.
Surfear una onda encantada, subirnos a la ola de sincronicidad, nos permite armonizar todo nuestro Ser con el cosmos.
Es una experiencia que todos tenemos alguna vez, y que es nuestro modo de vivir natural, solo que se nos impide sincronizarnos, manteniéndonos en un ajuste de tiempo totalmente arbitrario.
El tiempo lineal en el que vivimos es sólo una ilusión sensorial.
El tiempo por lo tanto es siempre virtual y relativo al experimentador, al que vive el tiempo, al que lo siente.
Eso lo puedes comprobar tú mismo muchas veces, cuando “te vuela el tiempo” o “se te hace lento”, de acuerdo a cómo estés percibiendo la situación que se presente en tu vida.
Pero volviendo a Argüelles, las herramisntas que nos ha dejado con su “Dreamspell” nos ayudan a encontrar mayor sincronicidad y nos ajustan a las ondas encantadas para que vivamos la vida como una obra de arte.
Cuando un artista está creando, o ejecutando su obra, pierde totalmente la noción del tiempo, pues la ejecución artística requiere de grandes dosis de sincronicidad.
Lo puedes ver en un grupo que toca música, o en una coreografía de bailarines. La sincronicidad está presente en la mayoría de las artes, porque el arte es la conexión cuatridimensional.
El arte va más allá de las 3 dimensiones de lo material a lo que nos tienen sometidos, y se cuela en lo holográfico y cuatridimensional. Por eso me gusta la fórmula de Argüelles que dice que el tiempo es arte.
Cuando el ser vivo se sincroniza con los ritmos de la naturaleza y del cosmos, se armoniza y logra una sanación inmediata a cualquier enfermedad.
Argüelles también encuentra una relación o ratio entre la constante de la biomasa y la constante cromática orbital,que regula la secuencia de biomutaciones y la secuencia geológica de la Tierra en concordancia con las frecuencias emitidas por el Sol y por la Vía Láctea.
Ya verdnadsky había dicho que la biomasa se mantiene en niveles constantes, de modo que cuando la multiplicación y propagación de seres vivos en el planeta llega a un punto de máxima presión, se produce un ajuste en la frecuencia del tiempo.
Para Argüelles, el nivel de mentalización progresiva y el desarrollo de la tecnosfera, nos conducen a un ajuste bio-mutacional llamado “transición a la Noosfera”
La noosfera, para Argüelles, será el punto en el que el humano comprenderá concientemente la existencia de la dimensión del tiempo, haciendo concientes las frecuencias de tiempo (ahora inconscientes) y así iniciar un nuevo nivel de auto-regulación planetaria a través de la dinámica de la biomasa en relación con los ritmos cósmicos.
Entender la dinámica de la sincronicidad y de la masa crítica es fundamental para entender el proceso de transición de la biosfera a la Noosfera. Para ello te dejo aquí un enlace a un artículo que podrá aclarar un poco tus dudas al respecto:
Ejemplos de masa crítica en la Naturaleza
Es importante que sepas que la humanidad es la única especie viva en este planeta que ha estado construyendo en los últimos años una red de comunicación en tiempo real, la tecnosfera, porque se está preparando para un gran evento en el que necesitará sincronizarse.
Un gran evento de masa crítica.
En 1989, Argüelles desarrolla “La Ley del Tiempo” que es una herramienta de sincronización con los procesos naturales cósmicos.
Argüelles critica duramente la utilización del calendario gregoriano y propone uno nuevo, basado en la frecuencia 13:20, un calendario de 13 lunas de 28 días, más coherente con los ciclos naturales que el calendario que utilizamos los humanos, que está realmente fuera de sincronía con los ciclos de los astros y su influencia en nuestro planeta.
ALEJANDRO CIRILO PEREZ OXLAJ Alto sacerdote maya de la décimotercera generación quiche. |
Sin embargo en la obra de Argüelles, encuentro algunos conceptos significativos y personalmente creo que su legado es totalmente inspirador y abre nuevas perspectivas y líneas de investigación que antes no habían sido exploradas.
Es cierto que la mayoría de los países han aceptado vivir bajo la ley del tiempo que arbitrariamente nos ha impuesto la iglesia católica, que desde 1582 nos sostiene en un estado totalmente desincronizado de la realidad cósmica.
El hecho de proponer un nuevo calendario, más sincrónico me parece una de las mejores ideas de Argüelles, porque ya era hora de desprendernos de este desfasaje ridículo que además ya no coincide en nada con los ritmos planetarios.
El calendario de las 13 Lunas concide perfectamente con los ciclos menstruales femeninos, es coherente con los ciclos reproductivos de los vegetales, etc.
Los mayas utilizaban distintos calendarios y no sólo uno. Su base numérica era vigesimal, a diferencia de las culturas euroasiáticas que tenían un sistema de numeración decimal.
Pero Argüelles nos advierte que la cultura maya tenía en cuenta un universo cuatridimensional y holográfico, y que el calendario gregoriano nos aplasta en el mundo material y limitado a tres dimensiones.
Argüelles rescata las investigaciones del cosmólogo ruso Vladimir Verdnadsky, que describió a la biosfera (todo lo vivo en el planeta Tierra) como a la capa de la Tierra en la que se produce la transfomación de la energía proveniente del cosmos, en productos químicos. Siendo la biomasa una gran industria de transmutación para el planeta.
Argüelles también nos introduce al concepto de “cronosfera”, como el campo cuatri-dimensional creado por el holón planetario en resonancia con la rotación del cuerpo planetario tridimensional.
Así para Argüelles, la unidad del holón planetario es el KIN cuya duración corresponde a una rotación entera de la Tierra en su eje (un día de 24 horas para el calendario gregoriano).
Para él, un KIN es una pulsación biosférica, y por lo tanto la cronosfera sería una capa terrestre que se extendería desde el núcleo hasta unos 64.300 kilómetros hacia el espacio, incluyendo a la magnetosfera.
La energía libre acumulada por la cronosfera, sería denominada “fuerza g” o la “quinta fuerza”, cuya potencia aumenta con los fenómenos sincrónicos.
Aquí es donde me interesa la obra de Argüelles, pues los músicos sabemos muy bien que cuando dos elementos se sincronizan, se produce una fuerza extra que se expande en el espacio.
Sincronización en el nado de las sardinas |
En un fenómeno sincrónico también se produce una transmisión de información que llega a todos los seres al mismo tiempo y éstos reaccionan a ella.
Entre el cosmos y los seres vivos, este fenómeno de sincronización se está produciendo casi todo el tiempo. En los humanos, los procesos de sincronización llegan a los niveles más sutiles. Por ejemplo, áreas del cerebro que están separadas y no conectadas, se activan exactamente al mismo tiempo frente a distintos estímulos.
La naturaleza de lo vivo tiene la tendencia a la sincronización, porque es uno de los fenómenos que produce la auto-regulación u homeóstasis, que nos permite adaptarnos al medioambiente y al devenir de la vida.
Este concepto se estudia a través de la ciencia llamada cronobiología.
Me gusta la descripción de Argüelles en cuanto a las unidades fractales de tiempo, que describe como “ondas encantadas”, cuya virtud de “encantamiento” es el nivel de sincronicidad que pueda conseguir esa onda con lo vivo.
Y me gusta porque muchas veces experimentamos el poder de las ondas de tiempo, cuando sentimos que “se nos presentan casualidades”, o sentimos que vamos fluyendo en nuestro día sin obstáculos y en total tranquilidad.
Cuando estamos sanos y centrados, la sincronicidad se hace mayor y experimentamos el tiempo de otra manera, además de montarnos en la onda encantada y sincrónica, lo que nos produce un estado alterado de conciencia que nos permite ver nuevas interconexiones en lo que nos rodea.
Surfear una onda encantada, subirnos a la ola de sincronicidad, nos permite armonizar todo nuestro Ser con el cosmos.
Es una experiencia que todos tenemos alguna vez, y que es nuestro modo de vivir natural, solo que se nos impide sincronizarnos, manteniéndonos en un ajuste de tiempo totalmente arbitrario.
El tiempo lineal en el que vivimos es sólo una ilusión sensorial.
El tiempo por lo tanto es siempre virtual y relativo al experimentador, al que vive el tiempo, al que lo siente.
Eso lo puedes comprobar tú mismo muchas veces, cuando “te vuela el tiempo” o “se te hace lento”, de acuerdo a cómo estés percibiendo la situación que se presente en tu vida.
Pero volviendo a Argüelles, las herramisntas que nos ha dejado con su “Dreamspell” nos ayudan a encontrar mayor sincronicidad y nos ajustan a las ondas encantadas para que vivamos la vida como una obra de arte.
Cuando un artista está creando, o ejecutando su obra, pierde totalmente la noción del tiempo, pues la ejecución artística requiere de grandes dosis de sincronicidad.
Lo puedes ver en un grupo que toca música, o en una coreografía de bailarines. La sincronicidad está presente en la mayoría de las artes, porque el arte es la conexión cuatridimensional.
El arte va más allá de las 3 dimensiones de lo material a lo que nos tienen sometidos, y se cuela en lo holográfico y cuatridimensional. Por eso me gusta la fórmula de Argüelles que dice que el tiempo es arte.
Cuando el ser vivo se sincroniza con los ritmos de la naturaleza y del cosmos, se armoniza y logra una sanación inmediata a cualquier enfermedad.
Argüelles también encuentra una relación o ratio entre la constante de la biomasa y la constante cromática orbital,que regula la secuencia de biomutaciones y la secuencia geológica de la Tierra en concordancia con las frecuencias emitidas por el Sol y por la Vía Láctea.
Ya verdnadsky había dicho que la biomasa se mantiene en niveles constantes, de modo que cuando la multiplicación y propagación de seres vivos en el planeta llega a un punto de máxima presión, se produce un ajuste en la frecuencia del tiempo.
Para Argüelles, el nivel de mentalización progresiva y el desarrollo de la tecnosfera, nos conducen a un ajuste bio-mutacional llamado “transición a la Noosfera”
Unidades fractales de tiempo o "kines" descriptos por Argüelles |
Entender la dinámica de la sincronicidad y de la masa crítica es fundamental para entender el proceso de transición de la biosfera a la Noosfera. Para ello te dejo aquí un enlace a un artículo que podrá aclarar un poco tus dudas al respecto:
Ejemplos de masa crítica en la Naturaleza
Es importante que sepas que la humanidad es la única especie viva en este planeta que ha estado construyendo en los últimos años una red de comunicación en tiempo real, la tecnosfera, porque se está preparando para un gran evento en el que necesitará sincronizarse.
Un gran evento de masa crítica.
Fuente: Bianca Atwell
No hay comentarios:
Publicar un comentario