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viernes, 31 de diciembre de 2010

La disminución de la biodiversidad favorece las enfermedades infecciosas

Las especies con mayor probabilidad de desaparecer son aquellas que neutralizan la transmisión de los patógenos.
Unos científicos de la revista Nature estudiaron la relación entre la biodiversidad y las enfermedades infecciosas, llegando a la conclusión de que la extinción tanto de plantas como de animales es perjudicial para la salud. La investigación fue financiada por la National Science Foundation (NSF), National Institutes of Health (NIH) Ecology of Infectious Diseases (EID) Program, entre otras organizaciones.

Los investigadores descubrieron que la pérdida de especies en los ecosistemas tales como bosques y campos provoca un aumento de los patógenos o de los organismos causantes de enfermedades.

Sam Scheiner, director del programa EID en el NSF, comentó que el cambio climático se está acelerando, provocando una serie de consecuencias imprevistas. Según Scheiner, “Este artículo demuestra los peligros del cambio climático, mostrando que la extinción de las especies puede llevar a aumentar la incidencia de la enfermedad para los humanos, animales y plantas”.

El director del programa EID en el NIH, Josh Rosenthal, explicaba que un mejor entendimiento del papel del cambio del medioambiente en la aparición y transmisión de enfermedades es la clave para posibilitar tanto la predicción como el control de muchas enfermedades infecciosas.

Las especies con mayor probabilidad de desaparecer cuando decline la biodiversidad son a menudo aquellas que neutralizan la transmisión de la enfermedad infecciosa.

Aquellas que permanecen tienden a ser las que aumentan la transmisión de patógenos como el virus del Nilo occidental, la enfermedad de Lyme y el Hantavirus.

La ecologista Felicia Keesing, de la Universidad de Bard en Annandale, Nueva York, y principal autora del artículo, explicó que conocían los casos específicos del virus del Nilo occidental y del Hantavirus en los que la disminución de la biodiversidad incrementa la frecuencia de la enfermedad.

“Pero hemos aprendido que el patrón es mucho más general, la pérdida de biodiversidad tiende a aumentar la transmisión de patógenos y de enfermedades infecciosas”, afirmó la ecologista. El descubrimiento es válido para los distintos tipos de patógenos, como virus, bacterias y hongos, y para muchos huéspedes ya sean humanos, animales o plantas.

Según Keesing, cuando un ensayo clínico de un medicamento mostró que funcionaba, el ensayo se interrumpía para que el medicamento pudiera estar disponible. “De manera similar, es tan claro el efecto protector de la biodiversidad que necesitamos empezar a implementar políticas para preservarla”, agregó ésta.

Desde los años cincuenta, la biodiversidad mundial ha disminuido a un ritmo sin precedentes. Se ha estimado que los índices de extinción actuales son de 100 a 1.000 veces más elevados que en épocas anteriores, y se prevé que aumentará de forma drástica en los próximos 50 años.

La expansión de las poblaciones humanas ya está aumentando el contacto con nuevos agentes patógenos a través de actividades tales como la deforestación para agricultura y la caza de la fauna.

Por ejemplo, en el caso de la enfermedad de Lyme (enfermedad provocada por una bacteria que la transmiten las garrapatas), según el coautor Richard Ostfeld del Instituto de Cary de estudios sobre ecosistemas en Millbrook, Nueva York, las especies que neutralizan fuertemente las enfermedades, como la zarigüeya, disminuyen cuando fragmentan los bosques, pero en cambio los ratones de patas blancas prosperan.

De acuerdo a los que comenta Ostfeld, “Los ratones aumentan el número de garrapatas de patas negras, que es un vector de transmisión, y la bacteria que causa la enfermedad de Lyme”.

Según el científico, los investigadores todavía no saben por qué la mayoría de las especies resistentes, “las últimas que permanecen cuando la biodiversidad se pierde”, son las únicas que también amplifican los patógenos. Los autores exponen que la mejor manera de impedir estos efectos es a través de preservar los hábitats naturales.

Andrew Dobson, coautor, de la Universidad de Princeton, señaló que es difícil, aunque fundamental, identificar las variables implicadas en la aparición de las enfermedades infecciosas.

También explica que la biodiversidad es un factor importante, como también lo es el cambio del uso de la tierra -por ejemplo convertir un bosque en tierras agrícolas-, y el crecimiento y comportamiento de la población humana. Además sugiere que “cuando la diversidad biológica disminuye, y el contacto con los seres humanos aumenta, tienes una receta perfecta para las enfermedades infecciosas”.

Los autores hacen un llamamiento para que se vigile cuidadosamente las zonas en las cuales el gran número de animales domesticados ha aumentado. Según Keesing, “Eso reduciría la probabilidad de que una enfermedad saltara de la flora y fauna al ganado y luego a los humanos”.

Para que los humanos y otras especies puedan permanecer saludables, se requerirá más de un pueblo. De acuerdo a lo que dicen los científicos, necesitamos un planeta entero, uno con una biodiversidad próspera.

Unos científicos de la revista Nature estudiaron la relación entre la biodiversidad y las enfermedades infecciosas, llegando a la conclusión de que la extinción tanto de plantas como de animales es perjudicial para la salud. La investigación fue financiada por la National Science Foundation (NSF), National Institutes of Health (NIH) Ecology of Infectious Diseases (EID) Program, entre otras organizaciones.

Los investigadores descubrieron que la pérdida de especies en los ecosistemas tales como bosques y campos provoca un aumento de los patógenos o de los organismos causantes de enfermedades.

Sam Scheiner, director del programa EID en el NSF, comentó que el cambio climático se está acelerando, provocando una serie de consecuencias imprevistas. Según Scheiner, “Este artículo demuestra los peligros del cambio climático, mostrando que la extinción de las especies puede llevar a aumentar la incidencia de la enfermedad para los humanos, animales y plantas”.

El director del programa EID en el NIH, Josh Rosenthal, explicaba que un mejor entendimiento del papel del cambio del medioambiente en la aparición y transmisión de enfermedades es la clave para posibilitar tanto la predicción como el control de muchas enfermedades infecciosas.

Las especies con mayor probabilidad de desaparecer cuando decline la biodiversidad son a menudo aquellas que neutralizan la transmisión de la enfermedad infecciosa.

Aquellas que permanecen tienden a ser las que aumentan la transmisión de patógenos como el virus del Nilo occidental, la enfermedad de Lyme y el Hantavirus.

La ecologista Felicia Keesing, de la Universidad de Bard en Annandale, Nueva York, y principal autora del artículo, explicó que conocían los casos específicos del virus del Nilo occidental y del Hantavirus en los que la disminución de la biodiversidad incrementa la frecuencia de la enfermedad.

“Pero hemos aprendido que el patrón es mucho más general, la pérdida de biodiversidad tiende a aumentar la transmisión de patógenos y de enfermedades infecciosas”, afirmó la ecologista. El descubrimiento es válido para los distintos tipos de patógenos, como virus, bacterias y hongos, y para muchos huéspedes ya sean humanos, animales o plantas.

Según Keesing, cuando un ensayo clínico de un medicamento mostró que funcionaba, el ensayo se interrumpía para que el medicamento pudiera estar disponible. “De manera similar, es tan claro el efecto protector de la biodiversidad que necesitamos empezar a implementar políticas para preservarla”, agregó ésta.

Desde los años cincuenta, la biodiversidad mundial ha disminuido a un ritmo sin precedentes. Se ha estimado que los índices de extinción actuales son de 100 a 1.000 veces más elevados que en épocas anteriores, y se prevé que aumentará de forma drástica en los próximos 50 años.

La expansión de las poblaciones humanas ya está aumentando el contacto con nuevos agentes patógenos a través de actividades tales como la deforestación para agricultura y la caza de la fauna.


Por ejemplo, en el caso de la enfermedad de Lyme (enfermedad provocada por una bacteria que la transmiten las garrapatas), según el coautor Richard Ostfeld del Instituto de Cary de estudios sobre ecosistemas en Millbrook, Nueva York, las especies que neutralizan fuertemente las enfermedades, como la zarigüeya, disminuyen cuando fragmentan los bosques, pero en cambio los ratones de patas blancas prosperan.

De acuerdo a los que comenta Ostfeld, “Los ratones aumentan el número de garrapatas de patas negras, que es un vector de transmisión, y la bacteria que causa la enfermedad de Lyme”.

Según el científico, los investigadores todavía no saben por qué la mayoría de las especies resistentes, “las últimas que permanecen cuando la biodiversidad se pierde”, son las únicas que también amplifican los patógenos. Los autores exponen que la mejor manera de impedir estos efectos es a través de preservar los hábitats naturales.

Andrew Dobson, coautor, de la Universidad de Princeton, señaló que es difícil, aunque fundamental, identificar las variables implicadas en la aparición de las enfermedades infecciosas.

También explica que la biodiversidad es un factor importante, como también lo es el cambio del uso de la tierra -por ejemplo convertir un bosque en tierras agrícolas-, y el crecimiento y comportamiento de la población humana. Además sugiere que “cuando la diversidad biológica disminuye, y el contacto con los seres humanos aumenta, tienes una receta perfecta para las enfermedades infecciosas”.

Los autores hacen un llamamiento para que se vigile cuidadosamente las zonas en las cuales el gran número de animales domesticados ha aumentado. Según Keesing, “Eso reduciría la probabilidad de que una enfermedad saltara de la flora y fauna al ganado y luego a los humanos”.

Para que los humanos y otras especies puedan permanecer saludables, se requerirá más de un pueblo. De acuerdo a lo que dicen los científicos, necesitamos un planeta entero, uno con una biodiversidad próspera.

Fuente: La Gran Época

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