El telescopio espacial Fermi descubre dos burbujas supersimétricas gigantes de rayos X y rayos Gamma procedentes del centro de nuestra galaxia.
Dos emisiones de rayos gamma en forma de burbuja se extienden al norte y al sur del centro de la galaxia |
Revelado, en nuestra propia galaxia, una gigantesca estructura de la que hasta ahora no se tenía noticia alguna.
Se trata de dos enormes "burbujas" de radiación gamma, de 25.000 años luz cada una, que parecen emanar del centro de la Vía Láctea y que se disparan simétricamente a ambos lados de su núcleo.
Los sorprendidos astrónomos no saben aún cómo explicar su hallazgo, aunque sugieren que podría tratarse de los restos de una antigua erupción de rayos gamma del agujero negro super gigante que habita en el centro de nuestra galaxia.
"Lo que hemos visto son dos emisiones de rayos gamma en forma de burbuja que se extienden al norte y al sur del centro galáctico -explica Doug Finkbeiner, astrónomo del centro de astrofísica Harvard-Smithsonian y el primero en reconocer la estructura-. Y no comprendemos completamente su naturaleza y su origen".
La estructura abarca más de la mitad del cielo visible desde la Tierra, desde la constelación de Virgo hasta la de La Grulla, y podría tener millones de años de antigúedad. La investigación se publicará próximamente en The Astrophysical Journal.
Finkbeiner y su equipo descubrieron las extraordinarias burbujas de radiación procesando los datos públicos del Telescopio Espacial Fermi, el mayor detector de radiación gamma jamás construido.
Diseñado específicamente para observar esta clase de emisiones, el Fermi intenta captar y estudiar las súbitas explosiones que, a pesar de que apenas duran unos segundos y pueden encontrarse a decenas de miles de años luz de distancia, son los fenómenos más energéticos de todo el Universo.
IMPACTO CONTRA LA TIERRA
El descubrimiento parece indicar que, en algún momento del pasado, también el agujero negro central de la Vía Láctea, nuestro hogar en el espacio, provocó una de estas gigantescas explosiones.
Baste recordar la que se produjo el 27 de septiembre de 2004, la mayor detectada hasta ahora, causada por un magnetar, un tipo poco común de estrella de neutrones, a más de 50.000 años luz de distancia.
Aquél día y durante un breve instante, apenas un par de décimas de segundo, un invisible estallido de energía, equivalente a medio millón de años de iluminación solar, alcanzó la Tierra casi a la velocidad de la luz.
A pesar de la distancia, muchos de nuestros satélites dejaron de funcionar al instante, y las capas superiores de nuestro mundo quedaron instantáneamente ionizadas por el súbito impacto de cantidades masivas de rayos gamma.
Se trata de dos enormes "burbujas" de radiación gamma, de 25.000 años luz cada una, que parecen emanar del centro de la Vía Láctea y que se disparan simétricamente a ambos lados de su núcleo.
Los sorprendidos astrónomos no saben aún cómo explicar su hallazgo, aunque sugieren que podría tratarse de los restos de una antigua erupción de rayos gamma del agujero negro super gigante que habita en el centro de nuestra galaxia.
"Lo que hemos visto son dos emisiones de rayos gamma en forma de burbuja que se extienden al norte y al sur del centro galáctico -explica Doug Finkbeiner, astrónomo del centro de astrofísica Harvard-Smithsonian y el primero en reconocer la estructura-. Y no comprendemos completamente su naturaleza y su origen".
La estructura abarca más de la mitad del cielo visible desde la Tierra, desde la constelación de Virgo hasta la de La Grulla, y podría tener millones de años de antigúedad. La investigación se publicará próximamente en The Astrophysical Journal.
Finkbeiner y su equipo descubrieron las extraordinarias burbujas de radiación procesando los datos públicos del Telescopio Espacial Fermi, el mayor detector de radiación gamma jamás construido.
Diseñado específicamente para observar esta clase de emisiones, el Fermi intenta captar y estudiar las súbitas explosiones que, a pesar de que apenas duran unos segundos y pueden encontrarse a decenas de miles de años luz de distancia, son los fenómenos más energéticos de todo el Universo.
IMPACTO CONTRA LA TIERRA
El descubrimiento parece indicar que, en algún momento del pasado, también el agujero negro central de la Vía Láctea, nuestro hogar en el espacio, provocó una de estas gigantescas explosiones.
Baste recordar la que se produjo el 27 de septiembre de 2004, la mayor detectada hasta ahora, causada por un magnetar, un tipo poco común de estrella de neutrones, a más de 50.000 años luz de distancia.
Aquél día y durante un breve instante, apenas un par de décimas de segundo, un invisible estallido de energía, equivalente a medio millón de años de iluminación solar, alcanzó la Tierra casi a la velocidad de la luz.
A pesar de la distancia, muchos de nuestros satélites dejaron de funcionar al instante, y las capas superiores de nuestro mundo quedaron instantáneamente ionizadas por el súbito impacto de cantidades masivas de rayos gamma.
La razón principal por el que estas dos gigantescas burbujas no se habían detectado hasta ahora es, aseguran los investigadores, la difusa "niebla de rayos gamma" que existe de forma natural a lo largo de todo el cielo y de la que resulta dificil aislar emisiones concretas.
Esa "niebla" se produce cuando partículas subatómicas, viajando a velocidades próximas a la de la luz, interactúan con los rayos luminosos o el gas interestelar dentro de nuestra galaxia (ver el vídeo bajo estas líneas).
Pero el equipo de Finkbeiner ha conseguido poner a punto un modelo capaz de distinguir y aislar fuentes concretas de rayos gamma de la "niebla de fondo" reinante. Fue así cómo localizaron las burbujas.
EL ORIGEN, UN MISTERIO
Los científicos tienen ahora ante sí la labor de averiguar cómo se formaron esas enormes estructuras. Las burbujas, aseguran, son mucho más energéticas que la "niebla de fondo" de rayos gamma de la galaxia. Y además tienen bordes muy bien definidos.
Su forma, por último, sugiere que se formaron como resultado de una gran y relativamente rápida emisión de energía cuya fuente, sin embargo, aún es un misterio.
Una de las posibles fuentes podría ser un chorro de partículas procedente del agujero negro supermasivo del centro de nuestra galaxia. Tales chorros resultan relativamente comunes y han sido observados en muchas otras ocasiones en galaxias lejanas.
Se producen como una especie de reacción del agujero negro al absorber la materia circundante. Y aunque no existen evidencias de que en la actualidad tales chorros de partículas estén emanando del centro de nuestra galaxia, pudieron haberlo hecho en el pasado.
Las burbujas, sin embargo, también podrían haberse formado a partir de los gases sobrantes de un proceso masivo de formación estelar, algo que los astrónomos piensan que pudo suceder alrededor del centro galáctico en algún momento del pasado. Fenómenos parecidos también han sido observados otras veces en zonas muy activas de galaxias distantes.
Esa "niebla" se produce cuando partículas subatómicas, viajando a velocidades próximas a la de la luz, interactúan con los rayos luminosos o el gas interestelar dentro de nuestra galaxia (ver el vídeo bajo estas líneas).
Pero el equipo de Finkbeiner ha conseguido poner a punto un modelo capaz de distinguir y aislar fuentes concretas de rayos gamma de la "niebla de fondo" reinante. Fue así cómo localizaron las burbujas.
EL ORIGEN, UN MISTERIO
Los científicos tienen ahora ante sí la labor de averiguar cómo se formaron esas enormes estructuras. Las burbujas, aseguran, son mucho más energéticas que la "niebla de fondo" de rayos gamma de la galaxia. Y además tienen bordes muy bien definidos.
Su forma, por último, sugiere que se formaron como resultado de una gran y relativamente rápida emisión de energía cuya fuente, sin embargo, aún es un misterio.
Una de las posibles fuentes podría ser un chorro de partículas procedente del agujero negro supermasivo del centro de nuestra galaxia. Tales chorros resultan relativamente comunes y han sido observados en muchas otras ocasiones en galaxias lejanas.
Se producen como una especie de reacción del agujero negro al absorber la materia circundante. Y aunque no existen evidencias de que en la actualidad tales chorros de partículas estén emanando del centro de nuestra galaxia, pudieron haberlo hecho en el pasado.
Las burbujas, sin embargo, también podrían haberse formado a partir de los gases sobrantes de un proceso masivo de formación estelar, algo que los astrónomos piensan que pudo suceder alrededor del centro galáctico en algún momento del pasado. Fenómenos parecidos también han sido observados otras veces en zonas muy activas de galaxias distantes.
Fuente: ABC.es
Esto no para. La noticia parece confirmar la teoría de Haramein de que los agujeros negros en realidad son “pasadizo” a otra dimensión. Nótese que la antigüedad es muy similar al ciclo maya de 25.125 años. Fuente: rafapal
Siguiendo esta línea de explicación de Finkbeiner, (por el momento la más convincente) frente a la teoría de formación residual de estrellas procedente de hace millones de años, estaríamos tal vez, ante la primera prueba de emanaciones del aether (Eter) procedente del centro de la Galaxia, algo que desde tiempos muy recientes lleva siendo objeto de estudio por parte de la radiofrecuencia cuántica diferencial.
¿Sería precísamente ese tipo de energía la que permite curvar el espacio tiempo, generando realidades supersimétricas en un flujo logarítmico coherente con la modificación de las partículas fundamentales.?
La admisión de este planteamiento desde el punto de vista científico, implica necesariamente la revisión de los conceptos clásicos de la física, toda vez que este descubrimiento implica necesariamente reforzar la teoría del Dr. Paul Laviolette, (Supergravitics), cuyas previsiones han ido cumpliéndose con el paso de los años, demostrando una vez más la solidez empírica del modelo propuesto.
¿Sería precísamente ese tipo de energía la que permite curvar el espacio tiempo, generando realidades supersimétricas en un flujo logarítmico coherente con la modificación de las partículas fundamentales.?
La admisión de este planteamiento desde el punto de vista científico, implica necesariamente la revisión de los conceptos clásicos de la física, toda vez que este descubrimiento implica necesariamente reforzar la teoría del Dr. Paul Laviolette, (Supergravitics), cuyas previsiones han ido cumpliéndose con el paso de los años, demostrando una vez más la solidez empírica del modelo propuesto.
Fuente: Misterios de Astrofísica.
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