Periodista, estudioso del fenómeno ovni y de la vida de Jesús de Nazaret, autor de best-sellers como los de la saga «Caballo de Troya», J.J. Benítez es dueño de la frase «si supierais la verdad, no me creeríais» y, vinculado a Andalucía desde niño, se ha establecido en las proximidades de Sevilla.
J. J. Benítez asegura que se registrará una nueva oleada ovni. / EFE
—¿Qué le llevó a establecerse en Andalucía?
—Era un viejo sueño, mi padre y buena parte de mi familia son de Barbate. Yo pasaba los veranos en Barbate. Fueron los tiempos más felices. Por eso deseaba retirarme en estas tierras. Los sueños casi siempre se cumplen.
—¿Y por qué se ha comprado una casa tan cerquita de Sevilla?
—Cosas del destino.
—¿El cielo de Sevilla es propicio a los ovnis?
—Por lo que sé, tan propicio como el resto.
—¿Sigue dejando una rosa roja al pie del sevillano Cristo del Amor?
—Hace tiempo que no me acerco por El Salvador. Antes, en efecto, solía dejar una rosa a los pies del Cristo del Amor, pero siempre era una rosa blanca. Sigo en deuda con Él. Dejaba esa rosa blanca por puro amor.
—El ex director del Museo Arqueológico de Sevilla recordó en esta misma página que usted escribió el «falso» reportaje que denunciaba la castración de estatuas romanas de ese museo ¿cómo fue aquello?
—Un día, en compañía del fotógrafo Alberto Schommer, descubrimos que el cardenal Segura había capado las estatuas romanas del Museo Arqueológico de Sevilla. Y Schommer fotografió las «hazañas» del cardenal. Después lo publicamos en «El País». Lo increíble es que los penes de mármol continúan en un cajón del Museo, etiquetados, eso sí.
—¿Cuál ha sido la peor jugarreta que le han hecho?
—Nadie engaña a nadie. Todo está escrito.
—¿Entonces, a usted no han logrado engañarle algunas veces?
—Algunas sí, por supuesto, forma parte del juego.
—¿Y es incapaz de mentir o puede hacerlo, como la mayoría de la gente?
—Me cuesta mucho mentir, supongo que se me nota rápido.
—¿Ha probado la ayahuasca?
—La probé una vez. Tuve varias experiencias asombrosas pero no volveré a repetirlo. Se trata del más poderoso de los alcaloides. Puedes volar como Superman, atravesar paredes o conocer el futuro.
—¿Es más difícil creer en Dios que en los alienígenas?
—Muchísimo más. Los alienígenas están ahí. Los detectan en los radares, los fotografían y los ven. A Dios es posible sentirlo, pero ahí termina el asunto.
—¿Cree en los milagros?
—No creo que Dios altere el orden natural. Otra cuestión es que no podamos entender cómo sustituir el agua por el vino. La ciencia del futuro es magia para nosotros, pero seguirá siendo ciencia.
—Se toma los mantecados el 21 de agosto ¿por qué?
—Yo celebro la Navidad el 21 de agosto, hace ya 27 años. Entiendo que fue la fecha de Jesús de Nazaret. La Iglesia, una vez más, manipuló el tema, de acuerdo con sus intereses. En diciembre, las condiciones meteorológicas son tan extremas en las colinas de Belén que ningún pastor saca los rebaños al raso.
—También en esta misma página su amigo Ignacio Darnaude aseguró que los extraterrestres le habían telefoneado ¿Cuál es la mayor proximidad que ha tenido con ellos?
—Tuve un encuentro cercano cuando tenía cinco o seis años en las montañas de Navarra. Después he visto las naves en otras misiones.
—¿Los ovnis ya no venden como antes?
—Cuando se registre una nueva oleada ovni, algo que sucederá, los medios de comunicación volverán a interesarse por el asunto. Y vuelta a empezar...
—¿Por qué todo el mundo cree en la penicilina y no en los ovnis?
—Es un problema de información. En los ovnis no se cree o se deja de creer. Los ovnis existen. Hay millones de pruebas.
—¿Le han rechazado algún libro por ser poco comercial?
—Sí, una vez. Se llamaba «Caballo de Troya». El editor quería que le quitara 400 páginas. Me negué, claro.
—¿Publicará su poesía?
—Espero que nunca. La poesía es parte de la intimidad de un ser humano.
—¿Dejó el periodismo por la inutilidad del oficio?
—No, dejé el periodismo porque no es posible disparar dos arcos a la vez. O hacía periodismo o investigaba el fenómeno ovni y escribía. Me decidí por lo segundo. Pero sigo viendo la vida como lo hace un periodista. De hecho, ser periodista me ha ayudado a la hora de escribir cincuenta y cuatro libros.
—Hace años dieron la falsa noticia de su muerte ¿quién y por qué le hizo aquello?
—Suelen matarme en internet cada poco. Estoy acostumbrado. Usted se refiere a una noticia aparecida en «El País». Los autores y responsables del asunto fueron miembros de una secta.
Fuente: ABC.es
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