Todas las informaciones astronómicas nos refieren lo siguiente: Ya desde 1987 la estrella 47 Ursae Majoris (47 U Ma), que se encuentra a unos 53 años luz de nosotros, fue seleccionada por G. Marcy de la Universidad Cristiana de Berkeley y por P. Buttler del Carnegie Institute como una de las 100 estrellas en las que se buscarían indicios de la existencia de algún planeta orbitándolas.
Se usó el método conocido como espectroscopia, buscaban los cambios regulares del espectro, que indicarían un leve balanceo en la posición de la estrella, causada por el tirón gravitatorio de un planeta en órbita o varios.
En 1996 anunciaron su descubrimiento: un planeta gigante de por lo menos 2,5 veces la masa de Júpiter que orbitaba alrededor de 47 U Ma, a una distancia de 2 unidades astronómicas (una unidad astronómica o UA, es la distancia que separa la Tierra del Sol).
La astrónoma D. Fischer del mismo equipo notó un balanceo secundario y mucho más débil oculto en los gráficos del espectro de 47 U Ma.
En 1996 anunciaron su descubrimiento: un planeta gigante de por lo menos 2,5 veces la masa de Júpiter que orbitaba alrededor de 47 U Ma, a una distancia de 2 unidades astronómicas (una unidad astronómica o UA, es la distancia que separa la Tierra del Sol).
La astrónoma D. Fischer del mismo equipo notó un balanceo secundario y mucho más débil oculto en los gráficos del espectro de 47 U Ma.
Ayudada por las mejoras en el equipo de medición y por los años de datos acumulados, logró establecer claramente la fuente de este balanceo: se trataba de un segundo planeta más pequeño, con una masa posiblemente tan baja como 0,75 veces la de Júpiter, y moviéndose en órbita a una distancia de 3,73 UA.
Las órbitas de ambos planetas que se mueven alrededor de 47 U Ma, son casi circulares, como los planetas de nuestro propio Sistema Solar.
Las órbitas de ambos planetas que se mueven alrededor de 47 U Ma, son casi circulares, como los planetas de nuestro propio Sistema Solar.
Por primera vez se han detectado dos planetas en órbitas casi circulares alrededor de la misma estrella.
La mayoría de los 150 planetas encontrados hasta la fecha están localizados en extraños sistemas, de períodos cortos orbitales y con órbitas muy excéntricas y cercanas a la estrella.
La propia estrella, 47 Osa Mayor, es muy similar a nuestro Sol, aunque algo más vieja - cerca de 7 mil millones de años-.
La propia estrella, 47 Osa Mayor, es muy similar a nuestro Sol, aunque algo más vieja - cerca de 7 mil millones de años-.
Está situada en una de las partes más reconocibles del cielo, el Gran Carro, y apenas a 51 años luz de distancia.
En cuanto a los planetas, además de sus órbitas circulares, su localización y clasificación ofrecen también interesantes paralelismos con nuestro propio Sistema Solar.
El planeta interno es 3,3 veces más masivo que el externo, que es exactamente el cociente de las masas de nuestros propios gigantes, Júpiter y Saturno.
El planeta interno es 3,3 veces más masivo que el externo, que es exactamente el cociente de las masas de nuestros propios gigantes, Júpiter y Saturno.
El cociente de sus distancias medias a su estrella se aproxima también, aunque es algo mayor, al cociente de las distancias relativas de Júpiter y Saturno con respecto a nuestro Sol.
Lo más intrigante, es quizás el hecho de que las órbitas de los dos gigantes les llevan fuera de la región, alrededor de su estrella, donde es estable el agua líquida.
Ya que el balanceo de 47 U Ma indica que ningún otro planeta gigante se mueve en órbita alrededor de ella, esto abre la posibilidad de que planetas rocosos más pequeños, como la Tierra, se muevan en órbita en el interior de esa zona habitable, pero todavía no existen los medios astronómicos que permitan detectarlos, aún a distancias tan modestas, galácticamente hablando.
Fuente: Asista2
Lo más intrigante, es quizás el hecho de que las órbitas de los dos gigantes les llevan fuera de la región, alrededor de su estrella, donde es estable el agua líquida.
Ya que el balanceo de 47 U Ma indica que ningún otro planeta gigante se mueve en órbita alrededor de ella, esto abre la posibilidad de que planetas rocosos más pequeños, como la Tierra, se muevan en órbita en el interior de esa zona habitable, pero todavía no existen los medios astronómicos que permitan detectarlos, aún a distancias tan modestas, galácticamente hablando.
Fuente: Asista2
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