Presentación de la conferencia de David Icke.
Si este año sólo pudiera hacer una entrevista, me pido que sea a David Icke. Le diré que me cuente cómo se enteró de que la reina de Inglaterra es un lagarto. Y cómo supo que Kris Kristofferson también.
Además quiero saber cómo descubrió que Obama utiliza la Programación Neurolingüística (PNL) para comerle el coco a los americanos durante sus intervenciones televisivas o quién le dijo que hay una red de pedófilos satánicos que domina el mundo y que en realidad son reptilianos de otra dimensión.
El que quiera ser uno de los privilegiados en verlo que se dé prisa y se prepare para rascarse el bolsillo: entrar a una de sus conferencias puede ser más caro que un buen concierto.
Y es que Icke es el Bob Dylan de la conspiranoia. No miento. Su bolo en Barcelona costará 60 euros; yo sólo he pagado unos 45 para postrarme ante los Kiss este martes.
Futbolista, periodista deportivo de la BBC, portavoz de Los Verdes en Inglaterra… Lo bueno empieza en 1991, cuando aparece en la BBC diciendo que es el enviado de Dios y que el mundo se acaba. El ridículo es tal que cualquiera en su lugar se habría ido a vivir al centro de la Tierra (dice que es hueca) pero no, vuelve en 1994 con The Robots' Rebellion.
No es su primer libro, pero sí su primer pequeño gran éxito editorial y el que le abre las puertas de la fama.
Esto es lo que va a pasar en Barcelona.
Sus primeros años fueron bastante accidentados y están marcados por las acusaciones de anti-semitismo y el eco que encuentran sus teorías entre la ultraderecha. Con el tiempo se irá cortando un pelo para evitar problemas.
Por ejemplo, hace años que no se le ha vuelto a ocurrir negar el Holocausto. Un detalle muy de agradecer que no todos sus seguidores españoles han sabido emular.
Teniendo en cuenta que cada libro suyo no tiene menos de 500 páginas y los DVDs de sus conferencias duran varias horas, intentar resumir su discurso es imposible.
Lo más importante es que unos lagartos de la cuarta dimensión dominan al hombre desde los albores de la Humanidad (en realidad, nos crearon en laboratorio) y son los que dirigen el mundo. Eso, más los clásicos elementos Nueva Era son la base de su discurso.
Icke es, sin lugar a dudas, uno de los renovadores más importantes del género conspiranoico, una ideología paranoide –según la terminología de Richard Hofstadter- que apenas ha cambiado en lo fundamental desde que el escocés John Robison acusó en 1798 a los Illuminati de estar detrás de la Revolución Francesa.
Su gran mérito es haber introducido en el discurso el esquema de la ciencia ficción: un mundo en el que los humanos –buenos pero dominados– podrán acabar algún día con los lagartos –malos pero dominantes– y cualquiera puede sumarse a la resistencia desde su ordenador.
Es la serie V convertida en doctrina política. Además ha ideado un método de análisis de la realidad basado en el principio “problema-reacción-solución” que permite a sus seguidores vaticinar importantes acontecimientos internacionales (como el 11-S) a las pocas semanas de haberse producido.
¡No podemos dejar que se salgan con la suya!
Con cada libro ha ido introduciendo nuevas especies mutantes (muy á la Flash Gordon) y las sub-tramas (el 11-S, el cambio climático, las enfermedades creadas en laboratorios, las campañas de control mental, las falsas profecías incas…) se han multiplicado hasta el infinito. En estos momentos, uno de los grandes peligros de los que nos advierte es de cómo los grandes del pop están siendo utilizados para lavarnos el cerebro y dejarnos dominar.
Lo dicho, puro space opera con el Nuevo Orden Mundial como telón de fondo y los ateos / luciferinos preparando el fin del mundo. No es de extrañar que en su curriculum sus seguidores incluyan su condición de guionista de Matrix.
Una milonga como una catedral que refleja tanto sus referentes como su deuda con el género fantástico.
Por supuesto, acusar a Icke y a sus seguidores de estar tronados es lo más cómodo (y acertado), pero no se puede olvidar que hay algo más.
En torno al personaje se ha creado una red mundial de gente que alimenta webs con todo tipo de información, en las que lo mismo opina Noam Chomsky que un telepredicador ultra. El lema es que toda piedra hace pared.
Por eso hay desde artículos de lo más interesantes hasta interminables e-rebuznos. Eso sí, 100% cuore & fútbol free.
David Icke, durante una de sus charlas.
La grandeza de Icke es dar un discurso en el que el mundo tiene sentido. Mantener hoy en día la confianza en las instituciones es, seguramente, una cuestión de Fe. Nada hace pensar que dentro de 10 ó 20 años el mundo vaya a ser mejor, más democrático y más justo.
Los seguidores de Icke la han perdido y nadie les puede culpar. Tienen todo el derecho del mundo a elegir quién les come la oreja.
En una sociedad en la que lo que es verdad lo determinará el número de visitas, el conspiranoico inglés es un buen ejemplo de cómo serán los líderes del futuro. Con la definición canónica de David Rothkopf en la mano, Icke cumple los mismos criterios para ser un miembro del club de los elegidos capaz de influir a nivel global que, salvando las (escasas) distancias, Paulo Coelho.
¿Es David Icke un gurú o un negocio? ¿Es un luchador contra el sistema o, como dicen sus detractores, un tipo que desacredita al resto con sus estrafalarias teorías sobre reptilianos? ¿Es una buena noticia el desembarco de Icke en España? Pues no lo sé, pero por lo menos ya estamos todos. Conspiranoicamente hablando, ya somos europeos.
Fuente: ElMundo